No sé exactamente hace cuánto terminamos con mi ex. Serán tres o cuatro meses, o quién sabe. De cualquier forma, estas últimas dos semanas fueron la primera vez que lo extrañé en serio. Supongo que antes me era imposible porque todavía me generaba tanto rechazo como solo lo puede generar un ex. Pero ahora que ya pasó un tiempo, que la pérdida se hizo real y sé que no lo voy a volver a ver nunca, siento que bajé la guardia. Después de semanas de estar a la defensiva, de sentirme libre pero enojada por el tiempo perdido, estoy empezando a aceptar que, aunque hoy estoy segura de que no quiero volver a estar nunca con él, igual me puedo sentir triste.
La relación no funcionó, es cierto, pero no voy a negar que viví momentos felices. Nos hicimos compañía, nos dimos mucho cariño, nos cuidamos mutuamente el autoestima (al principio, al menos). Compartimos series, anime, películas, videos de Youtube, tiktoks, comidas, salidas, vacaciones, amor por los gatitos, objetivos a futuro... Después de tantas idas y venidas, certezas y desconciertos, querernos y odiarnos, ya no sé hablar de amor. No podría asegurar que nos amamos, pero puedo asegurar que es lo más cercano a amor que alguna vez sentimos ambos hasta ahora.
Extraño sentirme cuidada y segura, a pesar de que realmente no lo estaba; me gustaba imaginar que sí. Me gustaba abrazarnos en la cama, darnos mimos, besarnos, reírnos, disfrutar comida y entretenimientos. Apreciaba la sensación de ser querida y aceptada por como soy, sin esfuerzo: desalineada, despeinada, desmaquillada. Mi mayor felicidad era sentarnos juntos en el balcón y hablar de política, ideologías, de la actitud de las personas, de la vida. Me conmovía creerme que éramos únicos y que, luego de tanto trabajo, habíamos logrado sacar adelante la pareja y amarnos más que nadie. Qué decepción cuando me di cuenta que solo fuimos una pareja más del montón, de esas que no hacen más que caminar para atrás con cada paso que dan.
Cuando me pongo a pensar un futuro sin él, me angustio un montón. Siento que sé que hay una parte de mi que se va a ir con él, y que el camino de ahora en adelante va a ser mucho más maduro y adulto, cuando en realidad quiero seguir siendo la pibita que depende del abrazo de su novio. Aunque me emociona sentir la esperanza de conocerme de forma individual e independiente, me angustia saber que mi lado infantil se está muriendo, y que muere sin estar en los brazos de su novio.
A la noche, a veces fantaseo con volver a verlo, pero solo como amigos. Me convenzo de que es posible, que quizás esta vez somos lo suficientemente maduros y nos queremos bien como para hacerlo. Afortunadamente, pocos minutos después me doy cuenta de que no: no es ni va a ser nunca posible, porque nunca nos quisimos ni nos vamos a querer de una forma sana. Si no fuimos capaces de querernos sanamente como pareja durante cinco años, probablemente no seamos capaces de querernos sanamente jamás. La única forma posible de cariño pareciera el cariño en la distancia; el cariño en la ausencia completa del otro. Además, siendo honestos... ¿de qué serviría la amistad entre dos personas que se llevan tan mal y, al mismo tiempo, se quieren tanto?
Hoy siento una tristeza que no hunde. Tristeza por algo que murió, pero la esperanza del vacío que dejó.
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De casualidad entré en esta página y me llamó la atención esta publicación en especial. Estoy pasando por algo similar. Harán como 5 meses que mi ex me terminó porque comenzó a gustarle otra chica de su facultad, eso me destrozó por completo y aun no me recupero.
ResponderEliminarEspero que ya estés mejor. Las rupturas pueden ser de las peores experiencias (para mí lo fueron), pero también de las que mejores resultados dan. Ya pasó un año desde que escribí esto y hoy siento que esa ruptura es lo mejor que me pudo haber pasado. De verdad. A veces necesitamos tocar fondo para volver a reconstruirnos desde cero.
EliminarGracias por compartirme tu experiencia y te deseo que puedas reencontrarte y rodearte de gente que de verdad te quiera y te haga feliz.