Si tuviera que mencionar uno de los sentimientos más recurrentes que tuve las semanas siguientes a mis rupturas, es el mismo: enojo. Me enojaba sentir que había dado lo mejor de mí, que había perdonado y sido siempre compasiva por una persona que parecía haber dado absolutamente lo peor de ella misma. Lo irónico era eso: cuanto mejor me portaba yo con ellos, peor parecían portarse ellos conmigo. Me enojaba darme cuenta que sentía mucho amor y cariño por una mala persona; que todos los sentimientos lindos de los primeros meses habían sido un engaño.
Mentiras, manipulaciones, actitudes egoístas, que se aprovecharan de mi bondad, que hablaran mal de mí a mis espaldas: darme cuenta de que no me veían como a una compañera y amiga, sino solo como a la minita con la que estaban. Todo esto pasaba por mi cabeza después de las rupturas, con intervalos de profunda culpa donde sentía que quizás yo no había dado lo mejor de mí y podríamos funcionar si yo cediera aun más de lo que ya lo había hecho.
Sin embargo, un día me di cuenta de algo: antes de que comenzaran a tratarme mal, yo ya dudaba de la relación. Siempre el patrón se repetía: estaba con alguien que realmente no me terminaba de convencer, pero pensaba que si los dos dábamos lo mejor de nosotros entonces tarde o temprano me terminaría de convencer. Y cuanto peor comenzaba a tratarme el otro, más me convencía de que no funcionábamos únicamente porque el otro no era capaz de apostar a la pareja y esforzarse por estar bien.
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Entendí que quizás mis ex parejas percibían eso, aunque sea de forma inconsciente. El otro puede sentir que realmente no funcionan, aunque él mismo no lo piense. Por eso hace cosas malas... porque no siente que funcione realmente, no te valora lo suficiente como para cuidar el vínculo entre ustedes porque en el fondo sabe que "perderte" no es tan malo.
Y otro punto importante: ¿qué tanto podemos querer a una persona que no se quiere a sí misma y se arrastra por personas que no la cuidan ni valoran? Una persona que se arrastra por nosotros realmente no nos ama, simplemente no se atreve a estar sola ni valorarse como para estar bien acompañada.
Para mí, el verdadero perdón viene cuando entendés que nunca hubiese funcionado. Que nunca hubieses sido genuinamente feliz con ellos. Que la verdadera felicidad viene cuando estás con alguien que te trata bien y te valora, y a la que vos tratás bien y valoras. El valorar a alguien es algo que simplemente se siente y no se debe forzar. Y no es algo personal: no sos feo, ni aburrido, ni no-querible. Encontrar a alguien con quien realmente encajes es algo difícil, y normalmente se encuentra después de muchos intentos fallidos. Y también un poco de suerte.
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