El asunto es el siguiente: cuando uno es chico y tiene una familia más o menos decente, generalmente concibe a los adultos como personas superiores. Suponemos que saben qué decir, cómo cuidarnos y qué es lo mejor en cada caso. Pareciera que ya tienen la vida descifrada, por lo que uno supone que debería escucharlos y seguirlos como si se tratasen de gurúes o chamanes. Así creo que es incluso para los niños que se revelan en contra de ellos, ya que muchas veces identifican que lo que hicieron o hacen está mal (porque va en contra de la voluntad de los adultos), pero que "no les importa". Y luego vemos cómo, la mayor parte de las veces, realmente sí les importa y precisamente se comportan así para llamar y obtener la atención de los adultos.
Después, crecemos y la perspectiva comienza a cambiar. Simplemente observando los pifies de los adultos a nuestro alrededor uno, comienza a entender que el hacerse adulto es algo inevitable por el paso del tiempo en vez de un estado de sobriedad y sabiduría. También notamos en nosotros mismos lo poco que nos sentimos preparados para ser adultos, y sin embargo no tenemos opción. Así, puede que comencemos a exculpar a los adultos de nuestras vidas: "hicieron lo mejor que pudieron", "a pesar de que son malas formas, esas formas funcionaron", "quizás al final ellos tenían razón". Y entonces comenzamos a creer que ser adulto simplemente significa aprender de tus errores para no volver a cometerlos, no mostrarse vulnerable frente a nadie ya que solamente se puede confiar en uno mismo, trabajar para tener más plata y aprender las tareas administrativas necesarias para sobrevivir en el sistema.
Sin embargo, de esta forma no logramos crecer como seres humanos sino más bien aprender a sobrevivir, ya que nunca se trabaja en el desarrollo emocional, social e intelectual, más allá de lo útil para aspectos económicos o de supervivencia básica. Así lo vemos, por ejemplo, en muchas personas que aparentan madurez por estar económicamente independizadas, y sin embargo no saben contener sus impulsos, creyendo que son parte de su personalidad y que la gente los tiene que querer así como son, en vez de esforzarse en mejorar como seres humanos; culpan a todo el mundo por lo que les pasa, ya sea a parejas, amigos, familia, gobierno y hasta a toda la sociedad; odian a grupos enteros de personas porque no han reflexionado nunca sobre ningún tema, por lo que es más fácil simplemente echar culpas y decir que absolutamente todo el mundo es malo excepto ellos; creen que hacerse respetar es tratar mal a todos para que les tengan miedo; celebran la venganza y la confunden con la justicia; piensan las relaciones en términos de ganancias contables y, para sufrir menos, creen que todo el mundo es reemplazable; etc.
Sin embargo, creo que así como es de gran importancia trabajar para lograr tener un bienestar económico, también es igualmente importante trabajar para lograr tener un bienestar emocional. Y no mediante fórmulas de evasión, defensa y aislamiento (que solo logran proyectar un fingido bienestar para luego convertirte en un ser miserable), sino aprendiendo a afrontar situaciones, tristezas, soledades, contextos, enojos, traumas y dolores, abriéndote y exponiéndote a estos para así lograr trabajarlos desde la honestidad y la sanación real. Aprender a entenderse a uno mismo no solamente desde el yo, sino desde la perspectiva de que todos somos seres humanos intentando sobrevivir física, económica y emocionalmente.
Algunos aspectos de madurez para mí son:
- Desarrollar tu inteligencia emocional para tener relaciones reales y sanas (tanto efímeras como duraderas, y tanto personales como profesionales).
- Entender que la mejor solución en muchas ocasiones no es intentar convencer a los demás de cambiar para ser mejores personas, sino simplemente alejarse. A veces, perder a alguien valioso es la única forma de que el otro entienda que actuó mal y que no debe volver a cometer los mismos errores con otras personas.
- Comprender el verdadero valor del dinero y reflexionar sobre qué cosas realmente uno desea y qué otras son productos del consumismo salvaje en el que vivimos.
- Aprender cómo reaccionar frente a las injusticias que nos ocurren a nosotros, a la gente que queremos y a la comunidad misma.
- Aprender cómo reaccionar de la mejor forma posible ante diversos patrones de situaciones y personas, de forma justa para todos.
- Cómo transitar la vida de forma que puedas mantenerte fiel a tus valores y tu ética, a pesar de los imprevistos y obstáculos.
- Comenzar a tener una perspectiva más madura sobre tu futuro, sin perder la noción del presente ni negando el pasado.
- Pero, por sobre todas las cosas, considero de gran importancia comprender nociones del mundo más allá de tu ego, entendiendo que lo importante es la verdad y el bienestar, y no tu satisfacción personal de "haber tenido razón" o "haber ganado". Este último aprendizaje es el que dará pie a que realmente puedas seguir aprendiendo en todos los aspectos durante el resto de tu vida y a que no te estanques en tu realidad imaginaria.
Sin embargo, pareciera que mucha gente no fue, o no es, es capaz de entender qué significa ser adulto. Considero que mucha gente se quedó con la idea de que crecer es solamente una circunstancia, y lo único que se aprende con el tiempo es de nuestros errores, generalmente económicos y románticos, pero no para replantearse toda la situación, sino para aplicarlos de forma en que la próxima vez no tengan que salir lastimados o "perdedores", sin importar los medios. Y es que ese es, para mí, la mejor señal de que alguien no maduró: no aprendieron cómo afrontar la tristeza, sino a evitarla a todo costo y a evadirla una vez que la sientas. Sus soluciones son la evasión, la negación, la distracción, el reemplazo. Dejan que las malas experiencias los conviertan de un ser hostil.
De repente, sentir, exponerse, experimentar, ser realmente honesto y ser vulnerable, ya no es una opción real porque consideran que ser adulto es aprender que en la vida hay que estar siempre al ataque o en defensa, y que hay que buscar la forma de ser uno el que siempre gana (es decir: no sufre). Básicamente, la idea de algunos es construirse un personaje aparentemente indestructible e intentar ganar el juego. Por esto generalmente estos adultos son los que siempre van a jugar el rol en tu vida de criticarte absolutamente todo lo que hagas y no concuerde con el personaje que ellos se armaron. Tu personalidad está mal, al igual que tu carrera, tu trabajo, tu pareja, tus amigos, tus metas, tus ilusiones, tus enojos, tus tristezas, tus alegrías, la forma en que hablas y te expresas, en que te vestís y hasta la forma en que te ves físicamente. Porque piensan que, desde su perspectiva, no estás apto para ganar el juego. Por supuesto, la idea no es no aconsejar, sino más bien aprender la mejor forma de aconsejar, teniendo también en cuenta que algunas lecciones se aprenden solamente al vivirlas, por lo que no podemos esperar que alguien haga exactamente todo lo que queremos. Y no solamente porque deben vivirlas para entenderlas, sino también porque quizás al final lo que funciona para nosotros no funcione para ellos. O incluso, quizás, encuentren una mejor forma de la cual nosotros, como adultos, podamos aprender y aplicarla también.
En definitiva, la solución que proponen es buscar estar feliz para superar y evitar la tristeza. Y de eso no se trata. La única forma de, quizás, llegar a sanar la tristeza que te provoca una situación es transitándola. Permitirte estar triste y no buscar desesperadamente una forma de estar bien, porque justamente de eso se trata que algo malo te pase: que vas a estar triste y, si no lo estás porque lo evitas, te va a repercutir en tu día a día de forma en que las cosas que te distraen al final no te van a hacer realmente feliz ni te van a dar paz con vos mismo. Se trata del ejercicio de la voluntad de bancarte estar triste sin poder hacer nada al respecto y teniendo que ser tu propio amigo que te da palmadas en la espalda hasta que se te pase. Luego, llega la aceptación de lo ocurrió y simplemente seguís viviendo otras experiencias. Muchas veces sucede que volvés a vivir cosas buenas y, sin embargo, volvés a caer en bajones y crees que no estás avanzando. Por supuesto que estás avanzando: de eso se trata, a pesar de estar mal vas a seguir construyendo y experimentando cosas buenas, pero eso no niega el hecho de que estés mal.
Sé que los adultos que participaron en mi formación hicieron lo mejor que pudieron. Por eso, porque lo mejor que pudieron fue muchísimo y con mucho amor, lo valoro y agradezco todos los días. Pero tampoco es como si el amor y el agradecimiento me provocaran ceguera. Hay muchas cosas que observo de todos y cada uno de ellos que me dan bronca y me cansan mucho. Me cansa no tener adultos en mi vida en los que yo pueda confiar absolutamente en todos los aspectos. Quizás soy muy idealista y nadie tenga adultos en su vida así, pero yo siempre pienso que me gustaría ser esa clase de adulto para el niño que me toque criar o con el que me toque formar parte de su vida. Una persona honesta, sensible, abierta, comunicativa, tranquila, no agresiva y que sabe escuchar. Humana.