hey...

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El grillo

        

        Qué raro que sea siempre el mismo cielo. 
        Los mismos vientos, el mismo frío, los mismos ruidos. 
        Más raro aún, que siempre se sientan distintos. 
        Y qué raro que seamos distintos y nos sintamos siempre los mismos.
    
    
        Qué raro querer a alguien... qué raro querernos a nosotros mismos. 
        El humano, el lenguaje, nuestras manos. Raro lo que hacemos y pensamos. 
        Raros nuestros bailes, nuestros nervios. Mirarnos y cuidarnos.
        Qué raro que dos ojos solo puedan ver uno al mismo tiempo. 
        
        Qué raro llorar y esconder la cara, 
        raro que las palabras que están echas para salir se atraganten en el pecho. 
        Raro que el otro no sienta lo que yo siento. Raros los que escuchan y no entienden, 
        y los que entienden aunque no escuchen.

        Raro es el cielo cuando se pone femenino, y cuando se esconde, pero se pone aros. 
        El olor a campo, la melodía de la ciudad, la vista humana.
        El sonido a nada.
    
    La melancolía.
        El grillo.
      
 
        Qué raro que parezca raro lo que es normal desde que nacimos. 
        Qué raro no haberlo visto, pero sí vivido. 
        Qué raro querer ganar sin jugar y perder sin haber participado. 
        Olvidar y recordar con los sentidos. Renunciar para después caer en lo mismo. 
        Raros los granitos y los gemidos. 
        Temer al ridículo. 
        La burla. 
        Lo emitido y lo omitido.


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