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Un día descubrí que soy idiota, y ya nunca volví a ser la misma

Un día descubrí que soy idiota, y ya nunca volví a ser la misma. 

No recuerdo qué día, pero sé que un día lo descubrí porque antes no lo sabía. Quizás me llegó en la época en la que intenté pasar el CBC de Medicina y reprobé cuatro veces Biofísica. O quizás un poco después, cuando intenté convencer a mi primer novio de seguir conmigo mientras me decía que ya no me quería. ¿O cuando mi segundo novio me fue infiel durante meses y luego de perdonarlo lo volvió a hacer? O cuando empecé a tener ataques de pánico y me sentía tan estúpida por no lograr hacerme entender que no estaba teniendo un infarto. O cuando empecé a sentirme tan triste que no tenía fuerzas ni para levantarme de la cama para ir a buscar agua aunque me sentía morir de sed.

Intento recordar cuándo, pero no recuerdo el día exacto en que lo descubrí, solo sé que en algún momento lo entendí y ya nunca volví a ser yo misma.

Lo que más extraño de mi juventud es que tenía grandes expectativas para mí. Incluso en lo peor de la adolescencia, sabía que tenía que aguantar un poco más; que algún día iba a crecer, hacer mi vida y salir del estanque en el que me sentía. Ahora pienso que, si en ese entonces hubiese sabido lo que me esperaba, no sé si habría tenido fuerzas para aguantar un poco más.

No es que la vida sea tan mala: hay salud, hay comida, hay techo y hay afectos. ¿Qué no hay? Una yo misma.

El yo que me habitaba está perdido: ¿qué deseo?, ¿qué proyecto?, ¿a qué aspiro? Ya no hay nada. No puedo preguntarme quién quiero ser si ni siquiera sé quién soy ahora. No tengo una disconformidad precisa, solo sé que hago lo que puedo y que muchas veces lo que quiero excede lo que puedo, entonces simplemente lo dejo ir. Me convenzo de querer menos, tanto tanto que ya ni recuerdo qué querer. Lo único que sí quiero es ser yo misma, pero es lo que menos puedo porque no recuerdo nada de quién soy o era.

Cuando descubrí que soy idiota, asumí que entonces no voy a lograr mucho y que la mejor posibilidad de salir bien parada de lo que me queda de vida es intentar fingir que no soy idiota, y para eso lo más efectivo es no existir. Si hablo menos, si no me expongo, si paso inadvertida, quizás zafo de esta. 

Quizás si no abro la boca, lo que los demás vean sea la misma chica que veía yo antes de descubrir que soy idiota. Pero si soy idiota y a la vez no me permito serlo, ¿entonces soy algo o no hay nada para ver?