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Diario de una ruptura 2025: Día 4

Hoy estoy especialmente triste... 

Me cuesta entender cómo una pareja, que llevaba tanto tiempo junta y se amaba tanto, puede terminar así, como si fuera de un día para el otro. Y no lo puedo entender no solo porque era mía, sino en general... me duele pensar que el amor es eso, es pasajero, es finito, o directamente quizás ni es. Que no exista como tal. Que solo sea una ráfaga; que pasa y luego se va. 

No puedo creer que la persona que me elegía todos los días se fue. Nos vemos y en su mirada ya no encuentro nada. Hasta su familia lo ve raro... quizás así de irreconocible te ves cuando dejaste de amar y estás buscando nuevos rumbos. 

Yo sé lo que dicen, que nadie se muere de amor. Pero podría jurar que estoy a punto. No me interesa una vida sin él, sin mi compañero, sin mi mejor amigo, sin mi persona de confianza. Siempre dije "confío ciegamente en él", y ahora veo lo ciega que estaba. 

No sé si exista peor golpe al amor propio que cuando alguien te deja de elegir. ¿Por qué? ¿Qué cambió? ¿Qué hice mal? ¿Qué puedo hacer para recuperarlo? La respuesta es la peor: nada. No hay por qué, no cambió nada, no hice nada mal, no se puede hacer nada. Las malas lenguas dirán que hay otra, quién sabe, puede ser. No importa: sea por lo que sea mi mundo cambió para siempre y no hay vuelta atrás. 

Rolón dice que el desamor es parecido a la amnesia. Le preguntas al otro: ¿No te acordás que me amabas? ¿No te acordás todo lo que vivimos? ¿No te acordás que éramos felices? Y él otro no recuerda, no está. 

Se me rompe el corazón en mil pedazos y para siempre... no puede ser que se termine así. No puede ser que vuelvo a estar sola, sin compañero, sin mejor amigo, sin mi todo. ¿El error fue mío por poner tanto en él? ¿Pero no es eso acaso lo que significa amar a alguien? ¿O ahora hay que ir así, de puntitas, mirando tu propia espalda sabiendo que en cualquier momento se viene lo inevitable?

Lo único que me puedo decir es que es una pesadilla, que ya se va a pasar, que todo va a volver a lo que era. No puedo tolerar esta pérdida- no quiero tolerar más pérdidas en mi vida porque siento que me voy quedando sin nada. No puedo vivir así, no quiero... ya no quiero vivir con tanto dolor.

Un día descubrí que soy idiota, y ya nunca volví a ser la misma

Un día descubrí que soy idiota, y ya nunca volví a ser la misma. 

No recuerdo qué día, pero sé que un día lo descubrí porque antes no lo sabía. Quizás me llegó en la época en la que intenté pasar el CBC de Medicina y reprobé cuatro veces Biofísica. O quizás un poco después, cuando intenté convencer a mi primer novio de seguir conmigo mientras me decía que ya no me quería. ¿O cuando mi segundo novio me fue infiel durante meses y luego de perdonarlo lo volvió a hacer? O cuando empecé a tener ataques de pánico y me sentía tan estúpida por no lograr hacerme entender que no estaba teniendo un infarto. O cuando empecé a sentirme tan triste que no tenía fuerzas ni para levantarme de la cama para ir a buscar agua aunque me sentía morir de sed.

Intento recordar cuándo, pero no recuerdo el día exacto en que lo descubrí, solo sé que en algún momento lo entendí y ya nunca volví a ser yo misma.

Lo que más extraño de mi juventud es que tenía grandes expectativas para mí. Incluso en lo peor de la adolescencia, sabía que tenía que aguantar un poco más; que algún día iba a crecer, hacer mi vida y salir del estanque en el que me sentía. Ahora pienso que, si en ese entonces hubiese sabido lo que me esperaba, no sé si habría tenido fuerzas para aguantar un poco más.

No es que la vida sea tan mala: hay salud, hay comida, hay techo y hay afectos. ¿Qué no hay? Una yo misma.

El yo que me habitaba está perdido: ¿qué deseo?, ¿qué proyecto?, ¿a qué aspiro? Ya no hay nada. No puedo preguntarme quién quiero ser si ni siquiera sé quién soy ahora. No tengo una disconformidad precisa, solo sé que hago lo que puedo y que muchas veces lo que quiero excede lo que puedo, entonces simplemente lo dejo ir. Me convenzo de querer menos, tanto tanto que ya ni recuerdo qué querer. Lo único que sí quiero es ser yo misma, pero es lo que menos puedo porque no recuerdo nada de quién soy o era.

Cuando descubrí que soy idiota, asumí que entonces no voy a lograr mucho y que la mejor posibilidad de salir bien parada de lo que me queda de vida es intentar fingir que no soy idiota, y para eso lo más efectivo es no existir. Si hablo menos, si no me expongo, si paso inadvertida, quizás zafo de esta. 

Quizás si no abro la boca, lo que los demás vean sea la misma chica que veía yo antes de descubrir que soy idiota. Pero si soy idiota y a la vez no me permito serlo, ¿entonces soy algo o no hay nada para ver?

Ruptura completa del ligamento cruzado

Cada vez que me escribe me arruina el día. Si existe algo peor que terminar la relación con alguien a quien amaste durante años, probablemente sea terminar mientras el otro está en negación. Supongo que una de las principales razones por las que se acaban los vínculos es por la falta de honestidad y la comunicación fallida. Y, entonces, ¿por qué esperamos que al finalizar el vínculo la despedida sea honesta y efectiva? 

No entiende todo el daño que me hizo, o lo entiende y le importa poco, o le importa mucho pero entiende poco. Sea como sea que lo esté viviendo, lo hace a mala conciencia. O quizás sea yo la que lo malvive, sufriendo como nunca y asumiendo esta ruptura como un quiebre definitivo. La mayor parte de la gente piensa que la culpa siempre la tiene el que se enoja y que tarde o temprano se le va a pasar, pero yo creo que si algún día se me pasa va a ser más por la desesperación de la soledad o la nostalgia que porque realmente quiera estar de nuevo a su lado.

Quiero que se vaya lejos y se lo lleve todo: cualquier persona, lugar, película o canción que nos recuerde a nosotras. No quiero ningún souvenir de esta despedida. No se trata de una ruptura completa del ligamento por desentendimiento, sino por el entendimiento absoluto de quién realmente era ella. Y pensar cuántas veces criticamos juntas a mis exparejas diciendo lo egoístas y crueles que fueron, para encontrarme con que ella reunía lo peor de todos. Siendo la que mayor poder tenía para dañarme, lo destruyó todo. 

Dicen que la escritura tiene que ver con el desapego de la emoción, pero yo escribo cuando la emoción ya pudo del todo conmigo. Después de meses de sufrimiento, antidepresivos y terapia, por fin me llegó la certeza absoluta de que de este pozo voy a tardar mucho más en salir. 

¿Cómo se supera una amistad de 24 años?, me pregunté cada noche estos seis meses. Ahora lo sé: al igual que toda pérdida, quizás no se supera jamás.